domingo, 11 de marzo de 2018

Una curiosidad sobre "Las Meninas" de Velázquez

Uno de los cuadros más emblemáticos de la historia del Arte en España es, sin duda, Las Meninas de Diego Velázquez (Sevilla, 1599, Madrid 6 de agosto de 1660). Y este cuadro famosísimo tiene una curiosidad que no todo el mundo conoce: Se modificó años después de haberse acabado (incluso podría ser que tras la muerte del pintor sevillano)

 meninasEn el cuadro se representa una escena cotidiana: El pintor de la corte pinta un retrato, al parecer de Felipe IV y la reina Mariana de Austria (los vemos reflejados en un espejo al final del cuadro), mientras a su alrededor observan la infanta Margarita y sus damas de compañía (Las Meninas), María Agustina Sarmiento e Isabel de Velasco, y los enanos de la Corte, María Bárbola y Nicolasillo Pertusato.

La escena las completan tres personas: don José Nieto, aposentador de Palacio, a quien vemos en la escalera, y doña Marcela Ulloa, y un guardadamas cuyo nombre se desconoce. Finalmente, en primer plano podemos ver al perro de compañía de la Infanta Margarita.

El cuadro se pintó en 1656, cuadro años antes de la muerte del pintor y es el cuadro más grande que pintó, con un tamaño de 318 cm x 276 cm.
meninas

La modificación a la que nos referíamos es la cruz que luce en el pecho Velázquez, que corresponde a su título de Caballero de la Orden de Santiago, que se le concedió en 1660.
¿Cómo aparece entonces la Cruz de la Orden en su pecho si el cuadro lo acabó en 1656 y no fue nombrado caballero hasta 1600? Lo que está claro es que fue añadida con posterioridad, pero lo que no está claro es quién lo hizo. ¿Quién tuvo la “osadía” o el “honor” de pintar sobre uno de los cuadros más emblemáticos de la historia?

velazquez
Los que han estudiado la obra y la época en la que se pintó han reducido a tres a los candidatos a añadir la cruz:
El propio Velázquez, ya que desde que recibe el título hasta su muerte tuvo varios meses para hacerlo, aunque hay quien afirma que no sería de su agrado ni la ostentación ni la modificación de su obra.

Su discípulo y yerno, Juan Bautista Martínez del Mazo, que recibiría el encargo de pintar la cruz.
Y, finalmente, el propio Rey Felipe IV, para que quedase para la posteridad el título que se le concedió al pintor sevillano.

La leyenda se inclina por el tercer candidato. Y es que la historia de un Rey agradeciéndole así a un artista su obra no deja de tener un punto romántico. ¿O no?

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