domingo, 12 de febrero de 2012

La obra más robada de la historia

«La adoración del cordero místico» tiene el record de ser la obra más robada de la historia, trece veces,  pero es que además, este  retablo de 1432 fue censurado, quemado, falsificado y codiciado por Napoleón  y Hitler, entre otros.

Todo un cúmulo de desgracias que han forjado una leyenda alrededor de esta magistral obra del pintor flamenco Jan van Eyck, como recoge en un libro Noah Charney.
Autor del best seller «El ladrón de arte» y uno de los mayores conocedores del mundo artístico tanto desde su faceta de escritor como desde la de asesor en los mejores museos del mundo o cuerpos de policía como el FBI o Scotland Yard, Charney explica en su libro «Los ladrones del cordero místico» (Editorial Ariel) como el cuadro de Van Eyck fue censurado por las autoridades, vendido en el mercado negro,  falsificado, sufrió quemaduras y amputaciones,  perseguido por Napoleón y por Hitler y fue tres veces botín de guerra.

La Adoración del Cordero Místico consta de 24 paneles pintados al óleo comenzado por los hermanos Hubert y concluido en 1432 por Jan van Eyck. Iba destinado al altar mayor de la Catedral de San Bavón de Gante. En los paneles superiores se muestra a Dios flanqueado por La Virgen María y San Juan junto a un coro de ángeles. En los extremos se representa a Adán y Eva. En las tablas inferiores se representa la Adoración del Cordero.
Con los póstigos cerrados podemos a las sibilas de Eritrea y Cumas y a los profetas Zacarías y Miqueas. La Virgen María y el arcángel Gabriel estan a los lados de una ventana y un nicho. En la parte inferior se representan a Joos Vijdt (rico comerciante de la época) y a su mujer, a los lados de San Juan Bautista y de San Juan Evangelista.
El valor artístico de la obra radica, según los expertos, en la originalidad de la representación de la escena y en el uso de la perspectiva, y en que es la obra de mayor tamaño de la escuela flamenca.

El cuadro tuvo una vida tranquila durante su primer siglo de vida hasta tuvo que ser descolgado del altar para ocultarlo de los calvinistas que pretendían quemarlo en público para dar ejemplo. A partir de ese momento comienzan las desdichas de la obra, que fue repetidamente robada. Napoleón se enamoró del retablo  y lo amputó para llevarse las cuatro tablas centrales a París. Tres siglos tardó en volver a estar completa la obra ya que las alas se habían robado y vendido a diversos coleccionistas. Pero no acabó ahí la historia. El retablo se escondió en una mina de sal (lo que dañó la pintura) para evitar que  Hitler se adueñara de ella.

Algunos expertos que han estudiado la obra afirman que uno de los muchos paneles que se robaron no fue recuperado y fue sustituido por una copia. Sea como sea, esperemos que el retablo descanse por fin en paz.
El retablo abierto

El retablo cerrado