jueves, 22 de diciembre de 2011

Descubren el rostro del diablo en un fresco de Giotto

El rostro de un diablo, oculto entre las nubes de uno de los frescos de Giotto en la basílica de Asís salió a la luz tras 800 años.
La cara del demonio, perfectamente visible por sus cuernos negros, nariz aguileña y siniestra sonrisa, fue descubierta por la medievalista Chiara Frugoni el pasado 4 de noviembre. 
Vigésima escena de la vida de San Francisco de Asís, Giotto

El fresco data de 1290 y recrea la vida de San Francisco de Asís, patrón de Italia. Fue un encargo de la orden franciscana al pintor florentino Giotto de Bondone para la decoración de la Basílica superior. "En el medievo se tenía la creencia de que en el cielo habitaban indistintamente ángeles y demonios. Los primeros, llevaban las almas de los justos al Paraíso; los segundos, atraían las de los condenados", señaló Enzo Fortunato, padre franciscano responsable de la Basílica de Asís.
La basílica de Asís fue restaurada tras el terremoto sufrido en 1997, sin que nadie advirtiera la presencia de la imagen oculta.
La historiadora que descubrió la cara del diablo mientras estudiaba el fresco asegura que hasta la fecha el honor de ser el primer artista en ocultar un retrato entre las nubes se le otorgaba a Andrea Mantegna. El artista ocultó a un misterioso caballero entre las nubes de su obra “San Sebastián”, pintada en 1460.

San Sebastián, Andrea Mantegna

domingo, 4 de diciembre de 2011

ME ALEGRO DE VOLVERTE A VER

La primera vez que vendes un cuadro experimentas dos sensaciones contrapuestas. Por una parte, la alegría de que a alguien le gusta tanto que está dispuesto a pagar por tu obra. Y por otro lado, una cierta tristeza por desprenderte de algo único e irrepetible hecho por ti. Entregas una obra tuya con el convencimiento de que no la volverás a ver y no sabes que será de ella. ¿Pero qué pasaría si el destino se aliase con el azar y os reencontrarais?

Ocurrió el otro día. Una amiga me llamó para preguntarme si alguna vez había pintado una marina con las olas golpeando las rocas. Estaba en los Encantes y tenía delante un cuadro así, firmado por mí. Cuando llegué y lo vi me quedé sin saber qué hacer ni que decir, como si te encuentras con alguien a quien no esperaras volver a ver nunca más.
"Me alegro de volverte a ver. No esperaba que volvieramos a encontrarnos"
Estaba rodeado de muebles antiguos, lámparas y porcelanas pero destacaba del resto. El vendedor tuvo la deferencia de ponerlo en lugar destacado.

Lo vendí en hace años a la viuda de un empresario de Barcelona. Ella tenía una buena colección de obras de arte que había adquirido sobre todo por inversión. Pero mi cuadro no lo compró para invertir ya que por desgracia no tengo tanto valor como pintor. Lo compró porque le gustaba. Alguien que puede comprar cualquier cuadro del mercado quiso comprar el mío simplemente porque le gustaba. No lo colocó con el resto de su colección sino en su dormitorio, para poder ver el mar cada mañana al despertar.
He sabido que murió hace unos meses.
Me acerqué y lo cogí. Tenía un pequeño desgarro en una esquina. Por eso estaba allí, junto a una vajilla incompleta, una lámpara estropeada y otras cosas con más o menos desperfectos.

El vendedor me dejó claro que era muy valioso pero me lo dejaría a buen precio por el desgarro que tenía. Lo volví a dejar donde estaba, no tenía intención de comprarlo. Deseé que acabara en una buena casa, con alguien que lo apreciara de verdad. Entonces pensé que quizás dentro de unos años me preguntaría que habría sido del primer cuadro que vendí. No podría saber si estaba colgado presidiendo un comedor o un despacho,  o en el fondo de un almacén junto a un montón de trastos, o si alguien lo habría tirado a la basura.
Pintar un cuadro debería significar poner parte de ti, de tus emociones y de tus ilusiones sobre una tela. Y en este caso fue así. Recordé el día que lo terminé de pintar y lo firmé sin estar muy seguro de que estaba acabado. Recordé cuando lo llevé a enmarcar y el rato que estuve sin decidirme por un marco u otro. Cuando iba para casa con el cuadro bajo el brazo como si llevara una obra de arte. Cuando lo enseñé orgulloso a mis amigos. Era uno de los primeros cuadros que pintaba en mi vida.

¿Qué posibilidades hay de que puedas recuperar el primer cuadro que vendes?
Sin duda no es mi mejor cuadro, pero tiene una gran historia detrás y el destino quiso que volviéramos a encontrarnos. Ya está en mi dormitorio y seré yo quien verá el mar cada mañana al despertar.