martes, 24 de abril de 2012

Cuadrados mágicos

Uno de los elementos esotéricos más desconocidos y a la vez más inquietantes son los cuadrados mágicos. Conocidos desde la antigüedad, pretenden invocar mediante números a los espíritus. La evolución del lenguaje y la diversidad de idiomas dificultaban divulgar la correcta pronunciación de las invocaciones. Para superar este problema se busca un sistema universal y transmisible con facilidad: los cuadrados mágicos.  
Por un lado se considera que cada ángel y demonio está en sintonía en función de los números utilizados. Por otro las líneas marcan el orden correcto de los valores, lo que equivale a llamar al espíritu por su nombre.

Utilizados en amuletos y talismanes, podemos encontrarlos también en el arte.

Se considera que el primer cuadrado mágico utilizado en el arte europeo lo talló Alberto Durero en su obra Melancolía. En el cuadrado se obtiene la constante mágica 34 en filas, columnas, diagonales principales, y en los cuatro subcuadrados en los que se puede dividir. Sumando los números de las esquinas, los cuatro números centrales, los dos números centrales de las filas (o columnas)… obtenemos siempre 34 (el número asociado a Saturno, el planeta melancólico). Y las dos cifras centrales de la última fila son el año de ejecución de la obra 1514.

Otro de los más impactantes cuadrados mágicos se haya en la Fachada de la Pasión del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia en Barcelona, diseñada por el escultor Josep María Subirachs.


En este caso la constante mágica es 33, la edad de la muerte de Jesucristo. Pero para seguir con el misterio de los cuadrados mágicos, hay quien atribuye la elección de este número a la supuesta condición de masón de Antoni Gaudí (33 son los grados de la Masonería).

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