Probablemente una de las películas más exitosas de Disney de
los últimos años es “Frozen”. El argumento: La optimista princesa Anna realiza
un largo y difícil viaje junto al joven montañero Kristoff y su reno Sven, para
encontrar a su hermana Elsa, cuyos poderes mágicos para crear hielo han
provocado un invierno eterno.
Es una típica película de la factoría Disney, con humor,
acción, canciones y guiños a otras películas. Y está dirigida, como todas las
de Disney, a un público infantil y familiar. Y es por eso que en ella se
produce un hecho curioso. Una “censura” en toda regla.
En un momento de la película, la protagonista Anna canta y
baila en el castillo acompañada sólo por las obras de arte que hay en él. Y uno
de los cuadros es la clave. Se trata de “El columpio” de Jean-Honoré Fragonard
(Grasse, 5 de abril de 1732 - París, 22 de agosto de 1806).
La obra original está cargada de sensualidad. Lo que muestra el cuadro es una dama que se divierte mientras es columpiada por su marido, bastante mayor que ella. Lo hace ante la mirada pícara de su joven amante. Éste se ha escondido y disfruta de lo que ve entre las enaguas de la dama, mientras ésta lanza, con supuesta inocencia, su zapato hacia adelante.
El cuadro se pintó en 1767, y se dice que fue un encargo que
acabó siendo rechazado por demasiado osado, ya que se entendió que daba una
imagen frívola de la infidelidad matrimonial.
Y con estos datos, queda claro que en el mundo Disney no
tenía cabida semejante imagen. La princesa Anna acaba saltando hacia el cuadro
y ocupa el lugar de la Dama. Por eso, como vemos, se ha eliminado al joven
amante y mirón, y al marido le han rejuvenecido 20 años para que se convierta
en un auténtico príncipe encantador que sí encaja en el mundo Disney.
Y así, incluso una obra tan irreverente como “El columpio”
puede entrar en el cándido universo Disney.