Uno de los cuadros más sorprendentes de la historia del arte es: “Los embajadores” de Hans Holbein el Joven (Augsburgo 1497-Londres 1543), actualmente en la National Gallery de Londres. Se considera una obra maestra porque además de su riqueza simbólica muestra en el primer plano un extraño objeto.
El cuadro representa a Jean de Dinteville a la izquierda, embajador de Francia en Inglaterra junto a Georges de Selve, obispo de Lavaur, embajador ante la Santa Sede. Ambos hombres miran al frente y se apoyan sobre un mueble repleto de objetos simbólicos. En el estante superior hay una esfera celeste y diversos instrumentos de medición sobre una alfombra roja con motivos geométricos. En el inferior podemos observar un globo terráqueo, un laúd, varios libros y flautas, con lo que quedan representadas la aritmética, la astronomía, la geometría y la música.
Pero el elemento más sorprendente es la extraña figura en primer plano, a menudo llamada hueso de sepia, que intrigó durante muchos años a los estudiosos del cuadro. Hoy sabemos que se trata de un cráneo deformado por una anamorfosis, procedimiento de deformación óptica muy de moda en la Inglaterra del siglo XVI.
La forma de corregir la deformación del hueso de sepia y observar el cráneo es utilizar una cuchara. Debe ponerse en la parte superior derecha del hueso, con el dorso de la cuchara apuntado a la izquierda y perpendicular a la imagen modificando su orientación.
Para los historiadores Oskar Bätschmann y Pascal Griener en Los embajadores: "Las ciencias y las artes, objetos de lujo y gloria, se miden contra la grandeza de la Muerte"